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El poeta Álvaro Marín en el texto Cuerpo y arma, la Introducción del libro Pop Porn de María Paz Ruiz Gil, editado por el MaReA escribe:

Después de la muerte de dios, todavía nos queda el cuerpo. Si el erotismo sugiere la presencia del cuerpo, la pornografía muestra su rotunda vivencia. ¿Ha transformado la cultura la relación con el cuerpo, y del tabú y la sacralización, vamos de regreso al cuerpo celebratorio anterior al paganismo? O vamos tal vez hacia una vivencia anarquista del cuerpo que se sustrae a su función productiva y reproductiva.

Si lo propio del erotismo es ocultar, lo que hace el porno es mostrar, porno y erotismo son dos versiones, dos formas de tratar el cuerpo . . .

¿Qué hace la pornografía que no sea mostrar? Ese ejercicio de exhibir, de mostrar, de enrostrar está en la obra de creación, el cuerpo y el ojo al mismo tiempo son el diálogo entre lo voyeur y lo exhibicionista que es la literatura. ¿Es lliteratura? No, es pornografía pura, es decir literatura. ¿Qué ha hecho la literatura sino mostrar la historia, los sueños, la miseria, o el fasto de la vida humana? Ahora nos muestra más que nunca la desnudez. Todo lo escrito en las ciencias sociales, la literatura y la historia no es otra cosa que pornografía. No solo el cuerpo se desnuda, se desnudadn también la conciencia y el ser, como en las incursiones literarias del Marqués, en los relatos de María Paz, en el chat y en la escritura epiléptica que encontramos en las novelas de Elfriede Jelinek, que escriben novelas solo por el placer de ver desnudos a sus personajes, y otros  para asesinarlos, como ocurre con la mayoría de los novelistas; en muchos casos una novela no es más que un crimen premeditado.

Los dibujos de Maldonado son un juego de espejos que reproducen los cuerpos, como En la cama recreada por Tolouse Lautrec en sus indagaciones, goces y trazos por los burdeles. Trazos que todavía acompañan las paredes del prostibulario siglo XXI, descendiente del prostibulario siglo XX. Ese cuerpo comestible, esa manipulable cosa que es un cuerpo y puede cumplir funciones de placer orgánico en “Bed and breakfast”, cuerpo mirado con desdén. Nos queda el cuerpo, es lo único palpable después de siglos de “humanidad” cuerpo mirado, tocado, no acariciado, exprimido, no erotizado, explotado, no vivido, manipulado con desdén de cosa. Ese cuerpo primario, ese que antes exhalaba un vaho animal y ahora solo tiene el olor perfumado de las mercancías en la atmósfera esteril de los centros comerciales.

Imágenes traídas de ese oro prostíbulo abierto mañana, día y noche que se llama Internet…donde todos los cuerpos tratan de mostrar su mejor pose y su mejor cara. En la pantalla, que es la entrada del burdel, de la casa de citas, del gran mercado… “babas, lágrimas y chorros de esperma”. La pornografía en Colombia está en la tradición de los movimientos culturales que reaccionaron ante las nonásticas y conservadoras sociedades andinas; el escándalo fue la primera acción pornográfica de nuestro mundo municipal. Contrariamente María Paz no busca ese tipo de pornografía que consiste en escandalizar, esa forma de publicidad en las sociedades conservadoras que originó movimientos literarios y culturales contestatarios además de la lengua pornográfica de Fernando Vallejo. No, lo expresado por María Paz es más descriptivo, menos publicitario, de allí su aporte al bucear en las aguas grises de la cultura del cuerpo que moldea los primeros pasos drogos, amarillentos y famélicos del siglo XXI. En los términos rancios de la academia diríamos que este libro es un estudio cultural del cuerpo y del amor en el mundo contemporáneo.

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